De este modo se generan procedimientos a través de los cuales se culpa al alcohol y a las drogas como desencadenantes de los excesos de la violencia, como un factor que exacerba una aparente predisposición natural a la violencia. Las autoridades han interrogado a cerca de dos docenas de agentes en servicio y en retiro de la DEA, además de fiscales señalados por Irizarry de haber ignorado deliberadamente sus flagrantes abusos, y a veces, de sumarse a ellos.